Comentario
A poco de desembarcar en España el nuevo rey Carlos I, arribó a ella otro extranjero, un hidalgo portugués llamado Fernán de Magalhaes, que se dirigió a Sevilla donde se entrevistó con Juan de Aranda, Factor de la Casa de Contratación. Magalhaes expuso su teoría de que las islas de la Especiería caían dentro de la demarcación española de Tordesillas (su antimeridiano en el Pacífico) y sería fácil llegar a ellas. No hablaba sin conocimiento, pues había ido a la India en la flota del virrey Almeida y participado en la conquista de Malaca. Enemistado luego con don Manuel el Afortunado por no apoyar su proyecto de descubrir la Especiería, solicitó y obtuvo permiso para servir a otro monarca.
El Factor Aranda informó al Gran Canciller sobre los planes del portugués y finalmente le acompañó a la Corte, donde el 22 de marzo de 1518 se firmó la capitulación para ir a descubrir las islas especieras. Lógicamente, para ello debían primero hallar un estrecho en América y al sur del río de Solís. La primera cláusula de dicha capitulación dejaba bien claro que la Corona no enviaría descubridores por dicha ruta durante un período de diez años, pero se reservaba el derecho de seguir enviando viajes en busca del estrecho que podía hallarse por el Golfo de México: "pero entiéndase que, si Nos quisíéremos mandar descubrir o dar licencia para ello a otras personas por la vía del Oeste en las partes de las islas y tierras firmes e todas las otras partes que están descubiertas hacia la parte que quisiéremos para buscar el estrecho de aquellos mares, lo podamos mandar hacer o dar licencia para que otras personas lo hagan". El viaje se proyectó a las Indias para encontrar el paso interoceánico y navegar luego por la Mar del Sur hasta las islas Molucas, regresando por el mismo camino. De aquí la recomendación de llevar cuenta puntual de las provisiones que se gastaban a la ida, para que no faltaran a la vuelta. Juan Sebastián Elcano cambió luego este itinerario y transformó este viaje en la primera vuelta al mundo.
La expedición costó 8.346.379 maravedises: una verdadera fortuna. Se aprestaron cinco buques: San Antonio (120 toneles), Trinidad (110), Concepción (90), Victoria (85) y Santiago (75). En ellas embarcaron unos 240 hombres (las fuentes difieren en el número exacto), principalmente andaluces y vascos, así como muchos extranjeros. Partieron de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre del año 1519.
El viaje a Canarias no tuvo dificultad. Después, Magallanes ordenó poner rumbo suroeste sin hacer junta de capitanes y pilotos, como todos esperaban, con lo que empezaron las desavenencias. Los españoles terminarían acusando a Magallanes de autoritarismo. El 13 de diciembre arribaron a la bahía de Guanabara (donde luego estaría Río de Janeiro) y permanecieron allí 13 días. Siguieron más tarde rumbo sur. Pasaron frente a Montevideo, alcanzaron el Río de Solís o de la Plata y después la inhóspita y desconocida costa patagónica. El 31 de marzo arribaron al puerto de San Julián, donde Magallanes ordenó invernar. Allí estalló un motín contra el capitán de la flota. Lo dirigió el capitán de la Victoria y en él tomaron parte más de 40 hombres, entre ellos el propio Elcano. Estuvo a punto de triunfar, pues se rebelaron tres de las naos, pero Magallanes logró controlar la situación. Condenó a muerte a Quesada, capitán de la Concepción y ordenó dejar en tierra a Cartagena y al clérigo Pedro Sánchez. No se atrevió a seguir haciendo justicia, ante el temor de quedarse sin gente.
En San Julián también mandó Magallanes que el navío Santiago explorase hacia el sur. Naufragó, aunque pudo salvarse su tripulación. El 21 ó 24 de agosto abandonaron, al fin, este puerto y siguieron rumbo al sur. Magallanes estaba dispuesto a llegar hasta los 75° de latitud S., si era necesario. El 21 de octubre divisaron el Cabo de las Once Mil Vírgenes. El Capitán mandó en descubierta dos naves, la Concepción y la San Antonio. Esteban Gómez, piloto de la última, decidió desertar y regresar a España, al comprobar que había paso interoceánico. Las tres naos restantes, Trinidad, Concepción y Victoria, franquearon el estrecho y salieron a la Mar del Sur. Era el 27 de noviembre de 1520 y el océano, cosa rara, estaba en calma, por lo que recibió el nombre de Pacífico.
La flotilla subió por la costa chilena y puso luego rumbo NO. Al llegar a los 32°, se cambió a O-NO. El viaje fue terrible: cuatro meses continuos de navegación. El hambre y la sed hicieron estragos. Apareció además una enfermedad nueva, el escorbuto, por falta de vitamina C. Pigaffeta, que hizo un diario del viaje, anotó: "la galleta que comíamos no era ya pan, sino un polvo mezclado con gusanos, que habían devorado toda la substancia, y tenía un hedor insoportable, por estar empapado en orines de rata. El agua que nos veíamos obligados a beber era igualmente pútrida y hedionda. Frecuentemente quedó reducida nuestra alimentación a serrín de madera como única comida, pues hasta las ratas, tan repugnantes al hombre, llegaron a ser un manjar tan caro que se pagaba cada una a medio ducado". El 6 de marzo de 1521 arribaron a las islas de los Ladrones (donde los indígenas les robaron un esquife), que años después los jesuitas bautizarían como Marianas. Allí pudieron coger agua, alimentos frescos y leña. Zarparon el 9 de marzo y el 16 del mismo mes arribaron a otras islas que llamaron San Lázaro, por la festividad religiosa. Serán luego las Filipinas. Magallanes se dedicó a recorrer el archipiélago (Samar, Leyte. Cebú) con objeto de establecer una absurda política de alianzas con jefes indígenas, cosa que nada tenía que ver con el objetivo de su expedición. El 27 de abril murió en Mactán por el ataque de uno de ellos.
El mando recayó en Duarte de Barbosa y luego en Juan Serrano, pero ambos murieron también el 1 de mayo, engañados por los indígenas de Cebú, que les habían convidado a un banquete. Las tres naos abandonaron aquel lugar y pasaron a Bohol, isla del archipiélago de las Visayas. Aquí se decidió quemar la Concepción, que estaba muy averiada, y trasladar su tripulación y carga a las otras dos. La Trinidad y la Victoria, únicas que quedaban, arribaron a Borneo para carenar el 8 de julio. Luego regresaron a Filipinas. Aquí se destituyó al nuevo jefe Carvalho y se le sustituyó por un mando bicéfalo detentado por Gonzalo Gómez y Elcano. A partir de este momento la expedición recobró su objetivo perdido. Las dos naos se dirigieron al sureste y el 7 de noviembre de 1521 arribaron a la isla Tidore, perteneciente al archipiélago de las Molucas. !Al fin pisaban las islas de la Especiería! El júbilo de los españoles fue enorme. Allí estaban las tan anheladas especias, que podían comprarse por casi nada. A los seis días, el 13 de noviembre, arribó a Tidore una embarcación portuguesa mandada por Alfonso de Lorosa con la noticia de que el rey de Portugal había mandado varios barcos al cabo de Buena Esperanza para interceptar a Magallanes (había supuesto que no encontraría el paso por América) y luego una carabela y varios juncos desde Malaca para localizarles en las islas especieras. Los españoles aceleraron la carga y el 18 de diciembre estaban listos para zarpar. Se celebró entonces junta de Capitanes, en la que se decidió algo trascendental: la Victoria, mandada por Elcano, trataría de llegar a España completando la vuelta al mundo y evitando tocar en tierras de Portugal, mientras que la Trinidad, que hacía mucha agua, intentaría regresar a América buscando el objetivo de Panamá. Juan Sebastián Elcano aligeró su nao descargando 50 quintales de clavo y dejó en tierra algunos hombres. Le quedaron sólo 47 tripulantes, con los que zarpó de Tidore el 21 de diciembre. Allí empezaba una travesía sin escalas por medio mundo.
Elcano condujo la Victoria por el paralelo 42, fuera de las rutas portuguesas. Cruzó el Indico, África más abajo de Buena Esperanza y finalmente llegó a Cabo Verde, donde se vio obligado a recalar. El escorbuto se había cobrado ya cinco vidas y el hambre y sed amenazaban al resto. Allí descubrieron que habían ganado un día por navegar siempre en dirección al poniente. En Cabo Verde los portugueses apresaron algunos tripulantes. Elcano continuó con los supervivientes, sólo 22. El 6 de septiembre de 1522 arribó a Sanlúcar, el puerto del que había salido hacia tres años menos 14 días. En cuanto a la Trinidad no pudo encontrar vientos apropiados para regresar a América y tornó a las Molucas, donde fue apresada por los portugueses. El otro posible paso interoceánico, que se suponía podía encontrarse al norte de la Florida, fue buscado inútilmente en la costa norteamericana por Esteban Gómez (1525) y por Lucas Vázquez de Ayllón (1526).